El 24 de julio de 1783 nació el Libertador Simón Bolívar, quien con su espíritu de libertad y su sueño de una América emancipada, logró convertirse en un soldado inmortal para millones de personas que este lunes celebran los 235 años de su natalicio.
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco, nació en Caracas, Venezuela. Sus padres fueron Juan Vicente Bolívar y Ponte y doña María de la Concepción Palacios y Blanco, ambos criollos.
Fue bautizado el 30 de julio en la Catedral de Caracas. Vivió los primeros años de su vida bajo el cuidado especial de la Negra Matea y tuvo grandes maestros como Andrés Bello, José Antonio Negrete, Guillermo Pelgrón, el padre Francisco Andújar, pero quien mayor infuencia ejerció sobre su formación en los años iniciales fue Simón Rodríguez.
Por cosas del destino sus padres murieron cuando era muy pequeño, pero eso no impidió que su infancia fuera feliz, contrario a algunos cuentos, Simón creció como un muchacho alegre, juguetón y de muy buenos sentimientos. Nadie duda de su educación, Simón Rodríguez, su maestro, amigo y mentor, constituyó una parte fundamental de los ideales sembrados en un joven, que tan solo unas décadas después libertaría a nuestra Venezuela, a Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.
A los 14 años ingresó al batallón de milicias de blancos voluntarios de los valles de Aragua. Un año más tarde se graduó de subteniente, con la calificación de sobresaliente en aplicación.
El 19 de enero de 1799 viajó a Madrid, España, donde conoció a María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, con quien se casó el 26 de mayo de 1802. Inmediatamente después de la boda viajaron a Venezuela. A escasos ocho meses de vida conyugal, María Teresa muere en Caracas el 22 de enero de 1803.
Bolívar es considerado por sus acciones e ideas como el Hombre de América. En vida tuvo como valor fundamental la unión de los pueblos americanos y dar fin a las cadenas opresoras que mantenía el poder español.
El yugo colonial sufrido y aceptado por muchos en la región americana duró alrededor de 300 años. La idea primigenia del Libertador fue luchar y liberar pueblos oprimidos por la oligarquía de la época, así que convencer dentro de un régimen a compañeros de armas que entendieran que la represión no era forma de vida no fue sencillo, pero los tuvo, los generales Rafael Urdaneta, Diego Ibarra, Juan Bautista Arismendi, Daniel O’ Leary y Jacinto Lara, entre algunos de los que confió para librar batallas enormes, inimaginadas en la actualidad, pero por ningún motivo, puede pasar desapercibido el General Antonio José de Sucre, su pupilo, amigo, hermano de armas y pieza fundamental en la gesta bolivariana.
En agosto de 1805, en su paso por Europa, el Libertador de la patria pronunció aquel recordado juramento del Monte Sacro, el cual cumplió al pie de la letra: “Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español”.
La Gran Colombia, tres naciones unidas con una bandera tricolor, amarillo, azul y rojo, hermanas de un mismo padre y liberadas de fuerzas opresoras, fueron la razón principal de los desvelos del Libertador; Perú y Bolivia, también fueron tocadas por las manos de un hombre que quiso unir a un Continente, con fortaleza e ideales rebeldes, sin yugos, sin ataduras, naciones soberanas.
Su gesta independentista logró libertar a Venezuela, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Panamá. En 1813 le fue conferido el título de Libertador.
A la una de la tarde del 17 de diciembre de 1830, muere el Libertador en Santa Marta, Colombia, sin embargo, después de 184 años de su desaparición física, su memoria perdura en los latinoamericanos, quienes aún tienen presente su objetivo principal, la integración de Latinoamérica y el Caribe.
“Como amo la libertad tengo sentimientos nobles y liberales, y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden destruirnos”
Simón Bolívar, el Libertador